Segunda semana de Adviento 2014
Hace muchos siglos, casi dos
mil años, apareció en tierras de Palestina un personaje que removía las
conciencias y llamaba a un cambio en el corazón y en el modo de vivir. Un
personaje que se llamaba Juan y que bautizaba junto al río Jordán: Juan el
Bautista.
Hoy, al cabo de tantos siglos, recordamos de nuevo a ese personaje y escuchamos su llamada en este tiempo de Adviento. En el Evangelio, él nos invitará a preparar el camino del Señor. Y nosotros responderemos a esa llamada.
Hoy, al cabo de tantos siglos, recordamos de nuevo a ese personaje y escuchamos su llamada en este tiempo de Adviento. En el Evangelio, él nos invitará a preparar el camino del Señor. Y nosotros responderemos a esa llamada.
Queremos seguir
completando nuestro canasto al Niño Jesús y hoy presentamos esta VARA con la
que queremos representar a Juan Bautista, para que nos ayude en nuestro camino,
y queremos unir todas nuestras varas en este otro trozo de la cuna
representadas en cada una de las varitas que lo conforma, y junto a esto, la
concha bautismal que
parece una mano abierta y que simboliza la caridad cristiana, casualmente ambos
elementos son símbolos cristianos del bautismo y del peregrino. Nos sirven para ponernos en camino con San Juan
Bautista y, en Navidad, para que nos arrodillemos ante Dios que se hará Niño en
Belén.
Queremos
ser camino por el que Dios pueda andar, en
el que Jesús pueda crecer y en el que el Señor pueda reinar. Donde los hombres encuentren a Jesús, los amigos descubran la alegría,
donde todo sea paz y esperanza.
Queremos ser caminos para que Dios pueda nacer, para
que Dios pueda amar, para que Dios pueda hacerse hombre. Y venga, y nos hable, y sirva y nos
salve, un camino por donde nos toque y nos abrace. QUIERO SER UN
CAMINO, SEÑOR.
El camino, signo por
excelencia del adviento, camino que lleva a Belén. Camino a recorrer y camino a
preparar al Señor. Que lo torcido se enderece y que lo escabroso se iguale.
Encendemos, Señor, esta luz
como aquel que enciende una lamparilla para salir al encuentro del amigo que
llega.
En esta segunda semana de adviento, queremos encender el fuego de la esperanza para prepararnos a recibirte con gozo y entusiasmo.
Tú sabes cuántas sombras nos envuelven, cuántas humillaciones nos oprimen. Pero nosotros queremos escuchar tu palabra que nos consuela y nos alienta.
Porque Tú eres, la voz más dulce, la paz más profunda, la alegría más verdadera.
En esta segunda semana de adviento, queremos encender el fuego de la esperanza para prepararnos a recibirte con gozo y entusiasmo.
Tú sabes cuántas sombras nos envuelven, cuántas humillaciones nos oprimen. Pero nosotros queremos escuchar tu palabra que nos consuela y nos alienta.
Porque Tú eres, la voz más dulce, la paz más profunda, la alegría más verdadera.
Hoy queremos resaltar la labor que Juan el bautista realizó: Juan no predicaba
desde una tarima en un club privado, Juan no vestía una chaqueta cara... Juan
daba un mensaje que era coherente con su estilo de vida y eso ha de calarnos
dentro, muy dentro.
Ese estilo de vida austero, sencillo y valiente parece que nos falta hoy
a mares.
Juan es uno de los referentes esenciales en la denuncia profética, se nos presenta como el que optó hasta las últimas consecuencias por vivir lo que anunciaba.
Juan es uno de los referentes esenciales en la denuncia profética, se nos presenta como el que optó hasta las últimas consecuencias por vivir lo que anunciaba.
Necesitamos a más Juan en nuestras vidas... sin duda.
Y proponemos este decálogo:
1.-
CONVIÉRTETE de la desesperanza. Es más fácil vivir desde la esperanza que en el
puro y duro derrotismo.
2.-
CONVIÉRTETE del inmovilismo. El Señor nos quiere activos, en pie. Cuando venga
¿Nos encontrará paralizados o en movimiento?
3.-
CONVIÉRTETE de la confusión. Vuelve los ojos un poco a Jesús que viene. No
confundas “diosecillos” por la vida que te trae Dios en Belén.
4.-
CONVIÉRTETE del vacío. No por tener más, vas a ser más feliz. Llena tu
persona, tu familia o tú entorno con la fe en Dios.
5.-
CONVIÉRTETE de las palabras huecas. Da la cara por
Jesucristo. Habla sin temor de Él.
6.-
CONVIÉRTETE de los caminos equivocados. A veces perdemos demasiadas energías con nuestras
actitudes y obras. ¿No es mejor ofrecer a Dios caminos de verdad y de
sinceridad?
7.
CONVIÉRTETE de la tristeza. El
Señor quiere seguidores alegres. La tristeza no es el mejor chaleco para un
cristiano.
8.-
CONVIÉRTETE de la cerrazón. Como María haz algo por Dios. Dile “aquí estoy,
Señor”.
9.-
CONVIÉRTETE de tu comodidad. La Iglesia, la Navidad, el Nacimiento de Cristo,
necesita de pregoneros que anuncien el amor de Dios.
10.-
CONVIÉRTETE de la autosatisfacción. Un cristiano siempre tiene que hacerse una
pregunta: ¿En qué debo mejorar? ¿Puedo hacer todavía algo más por Dios?
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