Sus majestades los reyes Melchor y Amara, Gaspar y Selene y Baltasar y Zaira. Ya es hora de permitir la entrada a las consortes.


Introducción

La tradición de los Reyes Magos es uno de los relatos más entrañables y simbólicos de la Navidad. Cada año, millones de personas alrededor del mundo reviven la historia de Melchor, Gaspar y Baltasar, tres sabios que, guiados por una estrella, llevaron sus regalos al Niño Dios. Sin embargo, esta tradición, transmitida a lo largo de siglos, refleja una visión del mundo que excluye, de forma casi automática, a las mujeres de este importante acontecimiento.

En una sociedad que avanza hacia la inclusión y la equidad, ¿no sería momento de actualizar este relato para que también las mujeres tengan un papel en esta historia universal? Los mensajes que nos unen como sociedad deben adaptarse para reflejar nuestros valores contemporáneos, sin perder su esencia ni su magia. Este cambio no solo revitalizaría la tradición, sino que también la haría más cercana a las nuevas generaciones, quienes buscan en las historias representaciones más equitativas y diversas.

En este artículo quiero explorar una idea que, aunque controvertida, podría enriquecer esta hermosa tradición: integrar de manera lógica y respetuosa a las esposas de los Reyes Magos en el relato. Al fin y al cabo, si eran reyes de sus respectivos territorios, lo más probable es que no viajaran solos, y un acontecimiento tan trascendental como el nacimiento del Mesías bien podría haber motivado la participación de ambos miembros de la realeza.

¿Es hora de repensar esta tradición para hacerla más representativa y enriquecedora? Sigamos reflexionando juntos.

 

Vivencia personal y justificación

La Navidad, el nacimiento del Niño Dios, y la festividad de los Reyes Magos ha sido para mí una de las vivencias más bonitas y entrañables que he tenido. En mi familia, como en muchas otras seguro, el reunirnos en torno a la mesa estos días todos nuestros seres queridos, y en nuestro hogar hacer un “Belén” eran el centro de la celebración. Pero he de confesar que en la mía era más especial, por lo menos en cantidad, porque allí hacíamos 5 belenes y un árbol de Navidad, sí, por un lado, a mi padre le ayudaba para hacer el “grande”, el del salón de la casa, y después cada uno de nosotros, en nuestros dormitorios, que eran incluso compartidos entre dos hermanos, hacíamos cada uno nuestro Belén, y mi madre… el árbol en la entrada… Pero, además, mis padres rizaban el rizo… y es que hacían porque vinieran los “Reyes Magos” después de la cabalgata de la ciudad, a nuestra casa. Sí, mi padre fue el que como teniente alcalde de la ciudad, delegado de festejos, inició bajo su mandato la Cabalgata de Reyes de nuestra ciudad, incluso la iluminación de las calles en Navidad (aún se conservan en la casa de mis padres los bocetos hechos sobre cartulina negra y a óleo de las luces de las calles de navidad que hacía y eran propiedad el mismo Ayuntamiento) y la manera de agradecer todos los años a “Sus Majestades” su participación en la Cabalgata era agasajándolos en casa a un aperitivo y a una copa, y claro, ya aprovechaban y cuando terminaban, antes de irse, nos despertaban y nos daban nuestros regalos, obviamente ya no nos podíamos dormir… desde las dos o tres de la mañana hasta el día siguiente…


El Belén también se convertía en un importantísimo centro de actividad. Todo comenzaba días previos a la Navidad cuando yo acompañaba a mi padre y a mis tíos Pepe, Ramón y Juan a las sierras cercanas, recuerdo que íbamos a coger musgo donde nacía el Guadalhorce, un pequeño hilo de agua, (¡cómo recuerdo el frío, las risas, el café humeante, el olor a “naturaleza”, cuando había nieve y nos hundíamos en ella…! eran tiempos donde aún no estaba prohibido cogerlo, después lo comprábamos). Obteníamos el suficiente para los nacimientos de mi padre, mis tíos Juan y Ramón, y mi abuelo Ángel. No quiero decir nada de cuando aparecíamos con el saco en casa y mi madre que no puede soportar los pequeños insectos, tenía que dejarlo unos días en la bañera para tenerlos controlados… una odisea porque imaginad lo que podían traer… Después, como yo era el mayor, me tenía que subir a un ropero empotrado que teníamos cuando vivíamos en calle Nueva a cuya parte alta tenía que “escalar” y sentarme en una de sus baldas de obra, para ir sacando todas las cajas de las figuras y demás adornos… otra película con mi improvisada linterna hecha con una pila de petaca y una bombillita sujeta con cables y papel albal, que se encendía al acercar las dos partes de la pila… Y ya para rematar, en mi casa no se utilizaba serrín, como mi tío Paco, el marmolista, tenía en su almacén todo tipo de piedrecitas y guijarros, me acopiaba de gran variedad de ellas (de color blanco, rojizo, pequeñas, grandes… ¡cómo recuerdo el tacto y como se me quedaban las manos llenas de la tierra que tenían!)… ¡qué recuerdos!

Desde entonces hasta el último año de su vida, casi 50 años, estuvo organizando la cabalgata en Antequera y al final colaborando con los equipos municipales que tenían a bien llamarlo para hacerlo… ¿os imagináis en mi casa cómo lo vivíamos? Todos mis hermanos lo hemos acompañado siempre, menos mal que nos podíamos turnar, porque aguantar solo lo aguantaba él. Organizaba entregas de regalos en distintos lugares, en el Hospital, en las residencias de Ancianos, en ADIPA… los regalos que se repartían durante la cabalgata y claro había que ir a comprarlos (con el presupuesto que la Caja de Ahorros de Antequera y después Unicaja facilitaba para tal fin), prepararlos, envolverlos y llevarlos…


Pero aún hay más, y es que tuve la suerte de ser paje de mi rey, Melchor, mi padre, y aquella cabalgata y aquella noche fueron inolvidables y me marcaron para siempre. Y ya no por participar en la cabalgata, sino por lo que hicimos después, y es que repartimos regalos a casas de niños y niñas necesitados. Cuándo yo vi, apenas 14 o 15 años, la situación en la que vivían: 6 en un dormitorio, con dos camas, tres en cada una; un “niño” con 19 años en una silla de ruedas imposibilitado y con necesidades especiales… aquella noche los Reyes Magos se convirtieron en un auténtico mensaje de alegría y felicidad. Era una noche clara, fría, en la que recuerdo llegar a ver dos planetas a simple vista, Venus y creo que Marte o Mercurio, porque se le adivinaba un color rojizo…


Y mis experiencias siguieron y al tiempo tuve la oportunidad de volver a ser paje de Melchor, en aquella ocasión con mi jefe en la caja, Manuel Portillo, y también otra extraordinaria experiencia que años más tarde culminé representando al propio rey Melchor y ya no puedo explicar más alegría, de aquel día la visita al Hospital y a ADIPA fueron también inolvidables, cuántas manos toqué, sentí, acaricié… que fuerza me transmitían e intentaba devolver en forma de ánimo…

Y la vida, por suerte, me ha permitido seguir con algo de esta magia, ha querido que siga transmitiendo ilusión en esa noche, ya no con carácter municipal… sino desde la Asociación Casas de Asís, donde con todo el respeto y tras la cabalgata municipal nos dirigimos a visitar esas casas de tantas personas en riesgo de exclusión a las que intentamos llevarle un poco de esperanza. Los que tuvimos la suerte de participar en ella no vamos a poder borrar de nuestra mente aquella noche, ¿verdad Gaspar? ¿verdad Baltasar?



Y aquí es donde nace la idea de escribir esta reflexión, donde el año pasado rondó mi cabeza y este año ya no puedo dejar de hacerla.

Hace unos años, cuando en la cabalgata de mi ciudad, una mujer se vistió de “rey” mago, se rompió la magia para una niña muy cercana a mí, se dio cuenta del “disfraz”… no estamos preparados para ver eso…

El año pasado, vi como otra mujer se desvive por trabajar y ayudar en torno a esta celebración… y pensé ¡¿ella nunca podrá disfrutar del momento que viven los “reyes” – “hombres”?¡

Este año ya no me puedo contener.

Otra mujer, está trabajando desde primera hora por y para ese día mágico. Una mujer que me derrocha eso que yo llamo “anti inteligencia artificial”, me explico, la inteligencia artificial podrá hacer muchas cosas por los humanos, pero el brillo en los ojos de un humano mientras hace las cosas, no podrá tenerlas la Inteligencia artificial… y ella mostró ese brillo hablando mientras pensábamos cómo organizar la campaña de Reyes Magos de la Asociación este año… y claro, le dije lo que se me pasó por la cabeza… que si quería representar a uno de los reyes… pero claro coincidimos en que los niños y niñas, principales objetos de la magia de esa noche, se podrían ver afectados, como yo mismo pude comprobar hace años. Se considera una persona feminista, como me reconoció, pero esto no podía llegar a pensarlo por ese “daño colateral” que podría suponer… y entonces… aquí me veo yo ahora estudiando, reflexionando y lanzando una propuesta.

 

¿Quiénes fueron los reyes magos que visitaron Belén cuando nació Jesús?

La tradición de los tres Reyes Magos que visitaron al niño Jesús proviene de una evolución cultural y teológica que va más allá del relato bíblico. En el Evangelio de Mateo (Mateo 2:1-12), único que menciona a los magos, no se especifica su número, nombres ni su condición de reyes. Estos detalles se añadieron posteriormente por influencia de tradiciones cristianas y culturales.

¿De dónde surge la tradición de que eran tres?

  1. Número tres: Se presume que eran tres debido a los tres regalos que llevaron: oro, incienso y mirra. Sin embargo, la Biblia no menciona cuántos magos eran, lo que dejó espacio para interpretaciones.
  2. Teología simbólica: El número tres tenía un significado especial en el cristianismo primitivo, simbolizando la Trinidad y otras triadas importantes.

¿Por qué se les da el título de "Reyes"?

  1. Cumplimiento de profecías: La idea de que los magos eran reyes proviene de una interpretación de profecías del Antiguo Testamento, como el Salmo 72:10-11 ("los reyes de Saba y Seba traerán dones") e Isaías 60:3 ("los reyes caminarán hacia tu luz"). Los primeros cristianos relacionaron estas profecías con la visita de los magos.
  2. Elevación simbólica: Al llamarlos "reyes", se refuerza su importancia y se subraya la universalidad del mensaje de Cristo.

¿Cuándo aparecen los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar?

  1. Primeras referencias: Los nombres de los magos no aparecen en la tradición cristiana hasta el siglo V o VI, en textos apócrifos como el "Evangelio Armenio de la Infancia" y en tradiciones posteriores.
  2. Consolidación en Occidente: Los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar se consolidaron en Europa durante la Edad Media, especialmente en el siglo IX, a partir de textos como el de San Beda el Venerable. Además, se les asignaron características específicas:
    • Melchor: Anciano de cabellos blancos, traía oro.
    • Gaspar: Joven de piel clara, traía incienso.
    • Baltasar: Hombre de piel oscura, traía mirra.

¿Por qué se les considera hombres?

La idea de que los magos eran hombres refleja las normas culturales y patriarcales de la época, que tendían a invisibilizar los roles femeninos en historias sagradas. Aunque no hay indicios bíblicos que confirmen su género, la tradición asumió que eran hombres.

Conclusión

La imagen actual de los tres Reyes Magos es el resultado de una fusión de interpretaciones bíblicas, tradiciones apócrifas, simbolismo teológico y cultura popular. Aunque no se menciona explícitamente en la Biblia, su evolución refleja el deseo de enriquecer la narrativa cristiana y subrayar el carácter universal del mensaje de Jesús.

Mención de una Reina en el Antiguo Testamento: la reina de Saba

El Reino de Saba o Sabá (también conocido como Shebá, en árabe سبأ y en hebreo שבא, términos que podrían significar "siete" o "juramento") fue un reino destacado por su riqueza, mencionado tanto en el Antiguo Testamento como en el Corán. Según las narraciones, su reina más célebre, Makeda, visitó al Rey Salomón. Aunque la extensión precisa del reino es incierta, se debate si estuvo ubicado en el sur de la península arábiga (actual Yemen), en el Cuerno de África (actual Somalia), o en ambas regiones, en un territorio que pudo confundirse con el próspero reino de Aksum, situado en la actual Etiopía.

El templo más antiguo de la península arábiga, conocido como Mahram Bilqis o "Palacio de la Reina de Saba," estaba en Marib, Yemen, ciudad que fue probablemente la capital del reino. Fundada en el segundo milenio a.C., Marib se convirtió en un centro estratégico para el comercio de bienes provenientes de Asia y África, como el café de la región etíope de Kefa. Saba floreció bajo una sociedad matriarcal en la que el poder se transmitía por línea femenina, y su población fue una mezcla de pueblos africanos y árabes. Estudios lingüísticos recientes sugieren que las lenguas semíticas pudieron haberse originado a partir de lenguas antiguas de Etiopía.

Los historiadores coinciden en que la civilización sabea tuvo su centro en las regiones de Marib y Sirwah, en el actual Yemen, aunque posteriormente extendió su influencia hacia el norte de Arabia y el Cuerno de África. Debido a la conexión con la Reina de Saba, múltiples tradiciones nacionales han reclamado su legado, desde Etiopía, según la obra medieval Kebra Nagast, hasta territorios como Sudán, Egipto e Irán. Incluso se ha especulado con vínculos entre Shebá y otros lugares, como Zanzíbar o el monumento yoruba Eredo de Sungbo en Nigeria.

Históricamente, el sur de la península arábiga era habitado por pueblos sedentarios con ciudades como Saná y Marib, en contraste con la cultura nómada del norte. El Reino de Saba destacó por sus relaciones comerciales con Etiopía, Egipto, Mesopotamia, la India e incluso Indonesia, gracias a la habilidad de los sabeos como navegantes. Comerciaban especias, incienso y tejidos preciosos, y desarrollaron una infraestructura avanzada, como canales y diques, que fomentaron la fertilidad de la región conocida como Arabia Feliz.

La Reina de Saba, gobernante del antiguo Reino de los Sabeos, aparece mencionada en textos religiosos y tradiciones históricas de diversas culturas. Su figura es mencionada en la Biblia (I Reyes, II Crónicas y el Evangelio de Lucas), el Corán y la historia etíope. Según el relato bíblico (I Reyes 10 y II Crónicas 9), la Reina visitó al Rey Salomón, llevándole valiosos obsequios, como especias, oro y piedras preciosas, con el propósito de comprobar su sabiduría mediante preguntas difíciles, a las que Salomón respondió satisfactoriamente. Aunque no se menciona su nombre en la Biblia, en la tradición etíope se la conoce como Makeda y, en la islámica, como Bilqis o Balkis.

El Kebra Nagast, texto sagrado etíope, narra que la Reina de Saba tuvo un hijo con Salomón, Menelik I, quien se convertiría en el primer rey de Etiopía y, según la tradición, habría trasladado el Arca de la Alianza desde Israel a su reino. El Reino de Saba se ubicaba en el actual Yemen, aunque algunas tradiciones lo sitúan también en Etiopía. Su centro político estaba en Marib, y su cultura fue próspera gracias al comercio de especias y madera.

En el Corán, la Reina de Saba es presentada como una gobernante impresionada por la riqueza y sabiduría de Salomón. Su encuentro culmina con su conversión al monoteísmo. Aunque no se menciona su nombre, las tradiciones islámicas la asocian con Bilqis. En su visita, la Reina habría llevado toneladas de oro como tributo.

A pesar de su relevancia en las narraciones religiosas y culturales, no existen evidencias arqueológicas directas que confirmen su existencia. Inscripciones del sur de Arabia mencionan reinas de la región, lo que sugiere que la figura de la Reina de Saba podría estar inspirada en gobernantes reales. Su visita al rey Salomón podría haber tenido un trasfondo comercial, dado el intercambio activo entre los sabeos y otras civilizaciones durante el siglo X a.C.

El Reino de Saba, conocido también como Arabia Felix, floreció entre el siglo VIII a.C. y el 275 d.C., destacándose por su riqueza derivada del comercio de incienso y otros bienes. Las conexiones comerciales entre los sabeos y Mesopotamia están documentadas desde el siglo IX a.C., y algunas teorías recientes sugieren inscripciones que evidencian contactos comerciales entre Saba y Judá.

La Reina de Saba ha inspirado diversas obras literarias y tradiciones posteriores. En la cultura etíope, se considera la matriarca de la dinastía salomónica, a la cual perteneció el emperador Haile Selassie. En la literatura moderna, aparece en relatos como El anillo de Salomón de Jonathan Stroud y otras novelas de fantasía. Aunque rodeada de misterio, su figura permanece como un símbolo de sabiduría, riqueza y poder en la historia y la leyenda.

 

A modo de conclusión final:

Si hoy pensamos en un viaje oficial de cualquier monarquía, la nuestra sin ir más lejos, es el matrimonio que ocupa el trono, hombre y mujer, los que realizan ese “viaje oficial” y lo tenemos totalmente asumido, ¿por qué no iban a acudir a la cita más importante de la historia de la humanidad tanto el rey como la reina de cada no de los países de origen? El origen de la tradición de los Reyes Magos se ancla en la historia patriarcal de la edad media y no podemos esperar otra cosa que este tipo de visión. En nuestra historia hemos tenido grandes ejemplos de grandes reinas, o por lo menos con un reinado muy importante. ¿Qué sería la Historia sin nuestra Isabel la Católica o Isabel II de Inglaterra…? Nuestro actual sistema social ve con normalidad que tanto mujer, como hombre, puedan realizar las mismas funciones, y está claro que, en cuanto a representación, nos puede representar tanto una mujer como un hombre… ¿Porqué no intentamos ampliar esta tradición a lo que realmente tuvo que ser? ¿por qué no realizamos, dentro del seno de la Iglesia, de la que me considero parte, una mejora de la transmisión del mensaje, e incluimos a la mujer en tantas y tantas acciones? Está claro que sería una visión que favorecería la inclusión y aumentaría la dignidad, y dejaría atrás tantas diferencias. Esto no es algo nuevo, porque de hecho se estudia por parte de la jerarquía, y desde aquí un pequeño impulso, como en tantas otras cuestiones me gustaría dar por el bien de todos. Como no corran, como sigan con ese paso de elefante, llegarán tarde, como en otros asuntos, y se les adelantarán con otros tantos… laicado… etc…

1.      Los Reyes Magos y sus Esposas: Una Hipótesis Histórico-Simbólica

La tradicional imagen de los Reyes Magos viajando solos para adorar al niño Jesús en Belén ha sido parte del imaginario cristiano durante siglos. Sin embargo, cabe plantearse una hipótesis alternativa: ¿y si estos reyes hubieran estado acompañados por sus esposas? Esta idea no solo encuentra apoyo en argumentos históricos y culturales, sino también en la simbología bíblica y social de la época.

2.      Reyes Magos: Monarcas y Embajadores Familiares

Si partimos de la idea de que los Reyes Magos eran monarcas de sus respectivos reinos, resulta lógico suponer que podían estar casados. En las culturas antiguas, los matrimonios reales eran fundamentales tanto para cimentar alianzas como para reforzar la estabilidad dinástica y política. En este sentido, la presencia de sus esposas durante un acontecimiento de tanta trascendencia, como el nacimiento del Mesías, podría interpretarse como un acto de diplomacia espiritual y familiar.

En la antigüedad, las reinas cumplían un papel clave en la representación del poder y la riqueza de sus reinos. Su participación en un viaje como este subrayaría no solo la importancia del evento, sino también la inclusividad de la adoración al niño Jesús, involucrando a hombres y mujeres de diversas naciones.

3.      La Reina de Saba: Un Precedente Bíblico

En el Antiguo Testamento, la visita de la reina de Saba al rey Salomón (1 Reyes 10:1-13) es un ejemplo destacado de una figura femenina que realiza un largo viaje para reconocer la sabiduría y bendición divinas. La reina llevó consigo grandes tesoros de oro, especias y piedras preciosas como ofrenda. Este episodio establece un precedente bíblico de mujeres nobles y poderosas que participan activamente en eventos espirituales y políticos de gran magnitud.

Así como la reina de Saba se presentó ante Salomón, las esposas de los Reyes Magos podrían haber estado presentes en Belén para expresar su adoración al niño Dios. Su presencia enriquecería la narrativa, resaltando la universalidad del mensaje de Jesús y su capacidad de unir a hombres y mujeres en un acto común de fe.

4.      El Viaje Real: Logística y Simbolismo

Los relatos sobre los Reyes Magos subrayan la importancia de los dones que llevaron al niño Jesús: oro, incienso y mirra. En las sociedades antiguas, los viajes de esta magnitud eran complejos y requerían una comitiva bien organizada. Es probable que, de haber participado las esposas de los Reyes Magos, estas también contribuyeran con ofrendas simbólicas, complementando los regalos de sus esposos.

La participación de las reinas también podría simbolizar una adoración completa: masculina y femenina, terrenal y espiritual. En una sociedad donde el linaje y la dinastía eran fundamentales, la representación conjunta de los matrimonios reales subrayaría la trascendencia del nacimiento de Jesús como un evento que trasciende géneros y fronteras.

5.      La Tradición Patriarcal y la Exclusión de las Esposas

Es importante considerar que la tradición cristiana ha sido influenciada durante siglos por un enfoque patriarcal que tendía a privilegiar la figura masculina en los relatos sagrados. La visión de tres hombres reyes viajando solos es coherente con las estructuras sociales y culturales de la época, que relegaban a las mujeres a roles secundarios en los relatos oficiales, a pesar de su posible participación activa.

Esta interpretación también pudo ser una forma de simplificar la narrativa, destacando a los Reyes Magos como emblemas de la adoración universal y evitando introducir elementos que pudieran generar controversia en sociedades altamente jerarquizadas. Sin embargo, la ausencia de las esposas en la tradición popular no implica necesariamente que estas no estuvieran presentes en la realidad histórica o simbólica de los eventos.

6.      Una Nueva Dimensión para la Narrativa Cristiana

La imagen de los Reyes Magos acompañados por sus esposas en el viaje a Belén enriquecería la narrativa cristiana, aportando una visión más inclusiva y equitativa. También destacaría el papel de las mujeres en los acontecimientos históricos y espirituales de la humanidad, un aspecto que a menudo ha sido subestimado en las tradiciones religiosas.

Si bien esta idea no está recogida en los Evangelios canónicos, su plausibilidad histórica y cultural invita a reflexionar sobre las posibles dimensiones ocultas de esta historia. Además, introduce un mensaje de unidad y cooperación entre géneros que sigue siendo relevante en la actualidad.

7.      Los nombres de los Reyes Magos

Los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar fueron una creación de la tradición cristiana, desarrollada siglos después del relato bíblico, para profundizar el simbolismo de los Reyes Magos y enriquecer su papel en la historia del nacimiento de Jesús. Su origen tiene raíces culturales, lingüísticas y teológicas que han contribuido a su perdurabilidad en el imaginario cristiano.

No aparecen en el relato bíblico original de los Evangelios, específicamente en el Evangelio de Mateo, que es el único que menciona a los Reyes Magos. Estos nombres surgieron posteriormente en la tradición cristiana, como parte de la evolución de la narrativa asociada a los sabios de Oriente.

Origen de los nombres

  1. Primera referencia escrita: Evangelio Armenio de la Infancia (siglo V - VI)
    Los nombres de los Reyes Magos se mencionan por primera vez en el Evangelio Armenio de la Infancia, un texto apócrifo que data del siglo V o VI. En este texto, los Reyes reciben los nombres de Melkon (Melchor), Gaspar y Balthazar (Baltasar). La introducción de estos nombres probablemente buscaba personalizar y dar identidad a los personajes.
  2. Adopción en Occidente
    Los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar se difundieron en Europa durante la Edad Media, principalmente a través de tradiciones cristianas populares, obras de arte, y relatos litúrgicos. En el siglo VIII, estos nombres se consolidaron en textos cristianos, como en la obra de San Beda el Venerable (De Temporum Ratione), quien describe a los Reyes Magos como representantes de las tres edades del hombre y de las tres partes del mundo conocido (Europa, Asia y África).

Significado de los nombres

Cada nombre tiene un origen etimológico que refuerza el simbolismo de los Reyes Magos:

  1. Melchor:
    • Procede del hebreo o arameo y significa "rey de la luz" o "mi rey es luz".
    • Asociado con el oro, el regalo que simboliza la realeza y la divinidad de Jesús.
  2. Gaspar:
    • De origen persa o indio (Kašpar o Gathaspar), significa "tesorero" o "administrador del tesoro".
    • Relacionado con el incienso, símbolo de la divinidad y el culto.
  3. Baltasar:
    • Proviene del nombre babilónico Bel-Šar-Uṣur, que significa "Dios protege al rey" o "el Señor protege su vida".
    • Asociado con la mirra, un regalo que prefigura el sufrimiento y la muerte de Jesús.

Razones para darles estos nombres

  1. Simbología teológica:
    Los nombres refuerzan la identidad de los Reyes Magos como figuras venerables y representantes de diferentes regiones y culturas. Su significado conecta con los dones que ofrecieron al Niño Jesús y con su papel en la narrativa del reconocimiento de Cristo como Rey y Salvador.
  2. Universalidad:
    Durante la Edad Media, los Reyes Magos fueron representados como tres hombres que simbolizaban a las tres partes del mundo conocido:
    • Melchor (Europa).
    • Gaspar (Asia).
    • Baltasar (África).
      Esta interpretación subrayaba que la adoración a Jesús no tenía fronteras y que Él era el Salvador universal.
  3. Función didáctica y litúrgica:
    Darles nombres y características ayudaba a los creyentes a identificar y recordar la historia de los Reyes Magos en un contexto donde la transmisión oral y visual era clave para enseñar la fe cristiana.

8.      El nombre de sus cónyuges, las reinas magas

Para finalizar con esta redacción, terminemos con un ejercicio creativo, incluso interesante: asignar nombres a las esposas de los Reyes Magos.

Podríamos basarnos en características culturales, simbólicas o etimológicas asociadas a los nombres de los propios Reyes Magos y sus regalos.

Propuestas de nombres:

  1. Melchor y Amara:
    • Amara proviene del latín y significa "eterna" o "inmortal". Representa la perpetuidad y la sabiduría, cualidades que podrían acompañar a Melchor como portador de oro, símbolo de realeza.
  2. Gaspar y Selene:
    • Selene, de origen griego, significa "luz" o "claridad". Este nombre conecta con el incienso que Gaspar ofrece, símbolo de divinidad y espiritualidad, evocando luz y elevación.
  3. Baltasar y Zaira:
    • Zaira tiene raíces árabes y significa "flor que florece" o "brillante". Se relaciona con el exotismo y la riqueza cultural asociada a Baltasar, quien es tradicionalmente representado como el rey de piel oscura que ofrece mirra, símbolo de la vida y la humanidad.

Consideraciones:

  • Los nombres tienen un trasfondo cultural y simbólico que los conecta tanto con la tradición cristiana como con la diversidad geográfica y étnica que representan los Reyes Magos.
  • También podrían buscarse nombres relacionados con virtudes o dones, como "Sabiduría" (Sophia), "Esperanza" (Esperanza), o "Amor" (Caris).

Nombres Bíblicos o Espirituales

Elegir nombres de mujeres significativas en la Biblia o con connotaciones espirituales puede reforzar el contexto religioso:

  • Hannah (gracia), como símbolo de gratitud y bendición.
  • Miriam (amada por Dios), nombre con gran peso en las tradiciones judeocristianas.
  • Ruth (compañera fiel), evocando lealtad y devoción.

Nombres Inspirados en las Culturas Representadas por los Reyes Magos

Si los Reyes Magos representan diferentes regiones del mundo, sus esposas podrían tener nombres que reflejen esa diversidad:

  • Para Melchor (asociado a Persia): Asha (esperanza en persa).
  • Para Gaspar (relacionado con la India): Leela (divina danza en sánscrito).
  • Para Baltasar (vinculado a África): Nia (propósito en swahili).

Nombres Basados en Virtudes o Simbolismos

Los nombres podrían representar valores y atributos relacionados con el viaje y los regalos ofrecidos:

  • Sofía (sabiduría), que podría asociarse con el oro, símbolo de realeza e inteligencia.
  • Luz (iluminación divina), en armonía con el incienso, que representa elevación espiritual.
  • Esperanza (vida futura), ligada a la mirra, símbolo de sufrimiento y redención.

Nombres Poéticos o Mitológicos

Podríamos buscar nombres de figuras literarias, mitológicas o legendarias que representen nobleza o misticismo:

  • Ishtar: diosa babilónica del amor y la fertilidad, asociada a Melchor.
  • Shakti: fuerza divina femenina en la cultura india, ideal para Gaspar.
  • Makeda: tradicionalmente vinculado a la reina de Saba, perfecto para Baltasar.

Creación de Nombres Originales

Y para terminar si preferimos algo único y simbólico, podemos inventar nombres que evoquen carácter regio y espiritual:

  • Meliza (radiante como el oro).
  • Gisara (luz del incienso).
  • Baraia (eterna y bendita).

 

Conclusión

La hipótesis de que los Reyes Magos pudieran haber viajado con sus esposas no solo es coherente con los usos y costumbres de las sociedades antiguas, sino que también aporta un nuevo significado al relato bíblico.

Al igual que la reina de Saba viajó para rendir homenaje a Salomón, las esposas de los Reyes Magos podrían haber estado presentes en Belén para honrar al niño Jesús.

Esta idea no solo amplía nuestra comprensión del relato, sino que también refuerza el mensaje universal de inclusión y adoración compartida que caracteriza el nacimiento de Cristo.

Ojalá más pronto que tarde, nuestros hijos e hijas, nuestros nietos o nuestras nietas puedan convivir con una niñez donde los matrimonios reales de Melchor y Amara, Gaspar y Selene y Baltasar y Zaira sean los que nos visiten cada año en Navidad. ¿Porqué no?





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